¨Las personas no están aquí para satisfacer nuestras necesidades, ni para cumplir nuestras expectativas, ni nos tratarán bien siempre. El hecho de no aceptar esto generará rabia y resentimiento. La serenidad se consigue aceptando a las personas tal como son y enfatizando lo positivo.¨
Como lector nunca me han gustado las novelas que nos proponen ciertos juegos psicológicos. Sobre todo si estos tienen que ver con parejas, matrimonios o juegos sentimentales. Suelen acabar con mi paciencia. Me aburro, desconecto, deja de interesarme lo cotidiano y lo mundano. Me es más sencillo descartar todas las novelas que basen su trama en esa característica, que intentar encontrar alguna de mi gusto.
Así que La mujer de un solo hombre nunca habría acabado en mis manos de no ser por una serie de casualidades; una editora en la que confío al cien por cien, una bloguera en la que igualmente confío a ciegas, y la diferencia que a priori tiene esta novela con el resto de su, digamos, estilo.
Y es verdad que hay vida más allá del hardboiled.
Me he dado de bruces con una novela de parejas, si, una novela que basa todo su argumento en una pareja absolutamente feliz, que se ama hasta límites que harían entrar en coma a un diabético, que lo tienen todo, donde él es perfecto y ella es la auténtica y cariñosa y amante ama de casa y esposa. Un cuadro con todos los clichés.
O al menos es lo que percibe ella…
Jodi y Todd llevan más de veinte años juntos, ella es psicoterapeuta y pasa consulta en casa, él es constructor, y tiene su propia empresa. Viven en un apartamento en la planta 27 de un lujoso edificio con vistas al lago Michigan. Su vida es básicamente perfecta y, aunque no han tenido hijos, la viven con plenitud; ella pasa consulta en casa, cocina exquisiteces para su marido, va al gimnasio y da largos paseos con su perro Freud. Él también va al gimnasio, agasaja con regalos y detalles a su dulce mujer y sale con sus amigos. Los dos tiene su espacio, los dos tiene todo lo material que deseen tener, los dos disfrutan de vidas felices uno junto al otro.
Pero hay algo más, o yo no estaría aquí hablando de esta novela claro. Lo malo es que si hablara claramente de lo que sucede en esta novela os reventaría toda la trama, y no.
La mujer de un solo hombre puede leerse de varias maneras, desde varios enfoques, incluso si el lector es un hombre o una mujer puede que su punto de vista sea diferente. ¿Nos reconoceremos los hombres en Todd? ¿Se reconocerán ellas en Jodi? ¿Empatizaremos nosotros no Jodi? ¿Quién es realmente el malo en todo esto, él o ella? Y una larga lista de preguntas que nos iremos haciendo conforme la trama vaya avanzando. Y una vez terminado el libro.
Lo que me ha seducido de ésta novela, y que no han conseguido otras más celebradas, es el relato tan real que hace Harrison del mundo de la pareja, como narra la transformación de sus personalidades según los hechos se van sucediendo, según la dirección que toma cada uno, cómo retrata los sentimientos de cada uno de ellos según sus decisiones. Una visión escalofriante de la evolución de la pareja durante la trama; cuando las buenas personas se convierten primero en seres confusos, luego en seres vengativos, para volver a estar confusos. Amor, soledad, depresión, ira, celos, lascivia. Un coctel de sensaciones y de estados que desfilan por los personajes, que los hacen cada vez más humanos, cada vez más completos, cada vez más creíbles, cada vez más oscuros.
Harrison es capaz de humanizar o deshumanizar a sus personajes según el estado en el que se encuentren, y lo hace tan rematadamente bien, que es imposible no admirarla, no identificarse con cualquiera de los dos en algún momento de la novela. Harrison no es ni fría, ni calculadora, ni hace trampas en la trama. Harrison aboca a sus personajes a sus decisiones, los acorrala, los hace responsables de ellas, de manera que la única resolución posible es la que ellos han estado buscando, la que ellos han elegido, no hay sorpresa, no hay un conejo bajo de la chistera.
Admiro, y esto es raro, la psicología de sus personajes, la mano que tiene Harrison para construirlos tan bien. Donde otras veces he visto personajes pretenciosos, altivos, excesivos o soberbios, aquí veo personas consecuentes con sus vidas, humildes dentro de su felicidad, cercanos, respetuosos hasta cierto punto. Porque no son unos ángeles, no debemos olvidarlo. Harrison no ha inflado sus personalidades, ni ha inflado la trama. Todo surge de manera natural, los sucesos son prácticamente normales, que no deja de ser algo terrorífico, todo evoluciona, al parecer, sin poder tomar otra dirección que la que ellos mismos se han ido construyendo. Esto dicho así es raro, pero cuando uno lee la novela cobra todo el sentido del mundo. De verdad.
Harrison ha escrito una novela lenta, pausada, que se abre poco a poco, que se oscurece más a cada capítulo, que se va volviendo áspera y cruda cuanto más avanza. Una novela reflexiva, costumbrista, cruel.
La mujer de un solo hombre
A.S.A Harrison
Salamandra Black 2014
316 páginas